terça-feira, 27 de abril de 2010

La confusión de los valores

Todas las épocas tienen sus lagunas y sus errores. Si me preguntaran cuál es el mayor defecto de la nuestra, respondería sin dudarlo que la confusión y la inversión de los valores.

He aqui um ejemplo llamativo y un tanto cómico de esta mentalidad: En los campos en los que el éxito exige la concentración del espíritu y el esfuerzo de la voluntad, se intentan introducir la facilidad, la distracción, la pasividad, y en particular en los estudios. Aprender jugando, La ciencia por la imagen, El latín por la alegria, El griego sin lágrimas, El inglés sin esfuerzo y sin memoria, Si puede escribir, puede dibujar, etcétera, tales son los títulos de los métodos escolares o los eslóganes publicitarios que tenemos a diario a la vista. A este paso, pronto nos pareceremos a los hombres de calidad de los que habla Moliére, "que lo saben todo sin haber aprendido nunca nada".

Por el contrario, vemos florecer el estudio, el método y el cálculo en campos en los que normalmente debe reinar el abandono, la distensión y, a veces, incluso la pura y simple inconsciencia.

Tengo ante mí tres obritas cuyos títulos me hacen soñar: El arte de degustar los grandes vinos, Veinte recetas para conseguir un buen sueño y ¿Cómo conseguir la perfecta armonía de la pareja?

Confieso mi escepticismo en esos tres puntos. Cuando se trata de funciones naturales y en grande parte biológicas, el estudio y el esfuerzo no sólo no pueden aportar grandes cosas, sino que, más bien, corren el riesgo de comprometer el fin que se persigue. No se aprende a degustar los vinos como se aprende el álgebra o la química. Se necesitan dones innatos, perfeccionados por una larga práctica. Los placeres de los sentidos son gratuitos y se debilitan en la medida en que se intenta provocarlos por artificios de la inteligencia o por contorsiones de la voluntad. Hace poco me decía una joven que, al zambullirse en el mar, experimentaba una voluptuosidad incomparable. Para mí, el contacto con el agua, salada o dulce, me causa una penosa impresión de frío y desorientación, y todo lo que se pueda decir o escribir sobre las delicias del baño podrá transformar este desagrado en placer.

Y ¿qué decir de una función animal como es el sueño? El medio más seguro de no pegar ojo en toda la noche consiste en preguntarse: ¿cómo llegaré a dormirme?, y en movilizar su atención para encontrar recetas para dormir.

En cuanto al desarrollo de la pareja, compadecería con toda mi alma al enamorado que, antes de haber encontrado a su amada, buscara su inspiración en un manual de sexología.

Todo lo más---pues tambiém hay que tener en cuenta el desarreglo de los instintos debido a nuestra vida artificial y trepidante---tales estudios estudios pueden proporcionarnos los principios de higiene física y moral que favorezcan el libre ejercicio de nuestras desposiciones naturales. Es como un sistema de canalización que, sin anãdir nada a la capacidad ni a calidad de la fuente, impidiese que el agua se perdiera.

Aquí estalla la diferencia entre las ciencias que requieren una actividade dirigida y metódica del espíritu y las funciones vitales e intuitivas, que se traducen por una adaptación espontánea a los seres y a las circunstancias. El aprendizaje teórico, con toda la reflexión y la aplicación que encierra, es indispensable en las primeiras y muy a menudo ineficaz en las segundas. Conozco a una eminente doctora, especializada en la solución de conflictos conyugales que, personalmente, se ha divorciado tres veces (lo que demuestra que ignora en la práctica lo que tan bien conoce en la teoría), mientras que innumerables parejas que jamás han abierto un tratado de sexología se entienden a la perfección. Pero no sé de ningún profesor de matemáticas o de griego que conozca menos bien esta ciencia o esta lengua que un alumno de primer año que acaba de inscribirse en su curso.

Quizá haya que ver en esta subversión de los valores una de las manifestaciones del instinto igualitario que domina nuestra época. Por un lado, al ignorante y al perezoso se les dice: lo que otros obtienen al precio de grandes esfuerzos, tú lo tendrás sin trabajar; y por otro, se declara a los seres vitalmente mal dotados: lo que otros poseen naturalmente, tú lo obtendrías por la voluntad. Pero son estas dos vías sin salida, pues, al dejarse resbalar por la primera, se pierde el sentido del esfuerzo, y al intentar trepar por la segunda, se agota uno en inútiles esfuerzos. Y el fracaso es el mismo en ambos casos.

Fonte: "El equilibrio y la armonía" - Belacqva, 2005