sexta-feira, 24 de agosto de 2012

"Diagnósticos de fisiología social" - Introducción


Los diversos ensayos que componen esta obra han sido redactados entre 1934 e 1939. Fueran publicados por primeira vez en un volumen en abril de 1940. Algunas alusiones al nacionalsocialismo tuvieron que ser suprimidas en las ediciones aparecidas bajo la ocupación. Aquí reproducimos la edición original.

Después de tantos acontecimientos que han agravado aún más la confusión de los términos y de los valores, no nos parecen inútiles algunas palavras de explicación concernientes a textos ya antiguos.

No negamos que este libro tiene significación política, en el sentido etimológico de la palabra. Pero por la universalidad y la perennidad de los problemas que aborda, se sitúa netamente fuera de las fluctuaciones de la actualidad política. La mayor parte de las etiquetas políticas no son, por desgracia, otra cosa que eso: etiquetas; o sea fórmulas tan superficiales como fácilmente intercambiables. Más que la etiqueta, lo que nos interesa es el contenido real del frasco. Atribuímos poca importancia a las fórmulas políticas en cuanto temas de propaganda o de polémica; lo que cuenta para nosotros es su grado de encarnación en las costumbres, la forma en que afectan establemente a la sustancia del hombre y a la estructura profunda de las comunidades.

Se nos ha acusado de ser enemigos irreductibles del régimen democrático y del socialismo. Cremos que una lectura atenta de esta obra permitirá a todos comprender y matizar nuestro verdadero pensamiento. Aquí añadiremos solamente dos precisiones.

Primeiro: No atacamos a la democracia en general (ha habido en el curso de la Historia, y hay todavía en ciertos países, fórmulas democráticas perfectamente válidas), sino a esa pseudodemocracia fundada sobre la ley del número y sobre los juegos de la política y del dinero que, privando el pueblo de suas lazos y apoyos naturales, desemboca necesariamente en el totalitarismo.

Segundo: Cuando hablamos de socialismo no queremos designar ninguna formación política determinada, y nos limitamos a aplicar este vocablo a un estado de espíritu profundo y universal, a un resbalar de las costumbres sociales que afecta, bajo modalidades diferentes, al conjunto del mundo moderno, y que tiende a reabsorber al individuo humano y a las comunidades fundamentales (familia, empresa, profesión, etc.) en un estatismo abstrato donde, en ausencia de todo lazo vital entre los hombres, la libertad no puede ser más que anarquía y el orden no puede ser más que tiranía. Tambiém aquí es la repulsa del totalitarismo lo que determina nuestra actitud. Quizá no es simplemente un azar el que Hitler bautizase su doctrina con el nombre de nacionalsocialismo, y el que M. Pierre Laval gritase, al mismo tiempo que deseaba la victoria de Alemania: ``Europa será socialista. . .''

No se trata, claro está, de equiparar a Hitler y a los socialistas de todos os países. No ignoramos que los socialistas cuentan en sus filas con muchos hombres profundamente respetuosos de los verdaderos valores sociales, y a éstos precisamente es a los que quisiéramos poner en guardia contra los peligros de la hipertrofia estatal. Cuando Luis XIV decía: ``El Estado soy yo'', expresaba un absolutismo muy limitado. Ser dueño del Estado no significaba entonces ser dueño de todo. Una infinidad de organismos (familiares, locales, judiciales, religiosos, etc.) escapaban al control inmediato del Estado y, por consiguiente, al del ``tirano''. Ya no es lo mismo hoy día, cuando el Estado tiende a identificarse con la nación misma. Todo estará en manos del Estado, proclaman ciertos emancipadores del pueblo. Muy bien. Pero el Estado mismo, ?`entre las manos de quién estará? ?`Del pueblo? Sabemos muy bien que eso no es posible; estará en manos de aventureros que hablarán en nombre del pueblo y cuyo poder, multiplicado por la centralización, sobrepasará al de los peores tiranos de otros tiempos. Un Hitler acaba de darnos la medida de lo que puede ser semejante tiranía.

* * *

Sin embargo, nuestro horror de los totalitarismos no nos convierte en partidarios de un liberalismo sin freno ni contrapeso. Muchos de los lectores y críticos de DIAGNÓSTICOS nos han alistado espontáneamente entre los espíritus ``de derechas''. Aceptamos de buen grado la etiqueta, pero a condición de que se nos permita precisar el contenido del frasco. En 1942 publicamos sobre el problema de las relaciones entre las derechas y las izquierdas algunas páginas que resumen bien nuestra posición personal y que reproducimos aquí exactamente:

``?`Es usted de derechas o de izquierdas?, me han preguntado muchas vezes. Ante todo, contesto yo inmediatamente a mi interlocutor: ?`qué entiende usted por izquierdas y por derechas? Las respuestas que obtengo me confirman en la opinión de que esas nociones de derechas y de izquierdas, en la mente de la mayor parte de los mortales, van envueltas en una inverosímil niebla de prejuicios y de ilusiones.''

``Personalmente, recuerdo haber sido calificado en el mismo día de odioso reaccionario, porque afirmaba que no hallaríamos la salvación más que en la creación de una nueva aristocracia, y de espantoso socialista, porque admitía ciertas dudas sobre la legitimidad de la propiedad puramente capitalista.''

``En mi opinión, dos grandes fuentes de error contribuyen, en este dominio, a confundir y descaminar los espíritus.''

``La primera consiste en enfrentarse con ciertos problemas sociales que tienen un contenido eterno, no ya, como convendría, en función de las leyes esenciales de la naturaleza humana, sino únicamente desde el puento de vista de ese accidente monstruoso---y relativamente reciente---que es el dominio absoluto del dinero. Esto es una mina inagotable de equívocos. Por una parte, muchos hombres de derechas, pontífices o aprovechadores del capitalismo, se imaginan que ellos encarnan los valores de orden y de estabilidad; por otra parte, muchos hombres de izquierdas, disimulando sus instintos de subversión bajo el velo de un ideal de justicia y de progreso, se gozan en destruir, a través del falso orden burgués y la tiranía del dinero, las nociones eternas de autoridad y de jerarquía.''

``Si afirmamos la necesidad de una sana aristocracia dirigente, independiente de los cambios y caprichos de las masas, se nos trata inmediatamente de enemigos del pueblo, se une nuestra causa a la de los poderes financieros o de los burgueses ociosos y degenerados. Se olvida una cosa: que la aristocracia de que nosotros hablamos tiene tan poca relación con la pseudoaristocracia de amos y aprovechados de la hora presente, que sería preciso crearla casi por entero.''

``Reprochamos a ciertas ideologías de derechas el no tener otro objetivo que salvar, so capa de oponerse a la anarquía, ciertas ventajas exclusivamente materiales y financieras. Pero experimentamos igual repulsión por otras ideologías de izquierdas que se proponen únicamente reclamar para todos los hombres las mismas sórdidas ventajas. En ambos casos, la primacía absoluta de la materia, del dinero---raíz fatal de injusticia, de desmoralización y de conflictos---, permance incólume.''

``Nuestras ambiciones son más profundas. Nosotros queremos una refundición medular de la sociedad que, en todos los grados de la escala social, asegure a los hombres una amplia independencia respecto al dinero. En otros términos, queremos que los valores vitales y espirituales sustituyan a los valores financieros como medida del esfuerzo de un hombre y de su lugar en la jerarquía. Somos tan poco burgueses, en el sentido envilecido de esta palabra, que, lejos de querer aburguesar al pueblo (Péguy había denunciado ya esta tara de ciertos socialismos), querríamos desburguesar al burgués mismo.''

``Si el socialismo consiste en frenar los excesos del capitalismo liberal en provecho de las comunidades y de las jerarquías naturales, nosotros somos socialistas. Pero si consiste en destruir el capitalismo liberal en provecho de un capitalismo de Estado aún más ajeno a las necesidades profundas del hombre, entonces ya no somos socialistas. Si se trata de reabsorber el proletariado permitiendo a cada uno que represente un papel orgánico en sua sociedad organizada y que desarrolle su personalidad en su trabajo, estamos de acuerdo. Pero si se trata de reemplazar la inseguridad de los proletarios por la seguridad muerta de una polvareda de funcionarios sin ambiente humano, sin lazos vivos con su tarea, más desarraigados y más irresponsables todavía que los burgueses egoístas, todo lo que sabemos sobre el hombre, todo lo que amamos en el hombre se subleva contra esta forma de ``progreso''.

``El capitalismo es como una mesa donde se sirven alimentos adulterados a un pequeño número de hombres. Desgraciadamente, hay demasiados revolucionarios que no tienen otra ambición que la de multiplicar hasta el infinito el número de los invitados a este festín impuro. Por nuestra parte, nosotros queremos derribar la mesa a fin de servir a los hombres un alimento más humano.''

``El segundo error consiste en establecer una oposición absoluta entre la derecha y la izquierda, siendo así que estas dos nociones, en la medida en que corresponden a un objeto real, se interpenetran y se completan en la unidad de la vida.''

``Es un absurdo abuso este de pegar sobre cada frente pensante una etiqueta inamovible de hombre de derechas o de hombre de izquierdas. En realidad, un auténtico guía de la humanidad no es nunca de derechas ni de izquierdas de modo absoluto y definitivo: es de derechas o de izquierdas según los tiempos, los lugares, las circunstancias y las diversas realidades que maneja.''

``Bossuet, por ejemplo, ?`es de derechas cuando proclama el derecho divino de los reyes? O bien, ?`es de izquierdas cuando denuncia el egoísmo asesino de los ricos? ?`Es ser de izquierdas el tomar partido por el auténtico pueblo que sufre y que lucha? O bien, ?`es ser de derechas el oponerse al populacho (que, por cierto, no está forzosamente compuesto sólo de pobres), ávido de destruir y de dominar?''

``En último análisis, estas nociones de izquierdas y de derechas tienen sólo una importancia relativa. Lo esencial es realizar una sintesis viable de los diversos elementos (libertad y autoridad, igualdad y jerarquía, etc.) englobados en las dos ideologías opuestas. Todo educador digno de este nombre se siente duro frente a un niño mimado y tierno frente a un niño maltratado. Y es el mismo amor del niño el que dicta estas dos actitudes en apariencia contradictorias. Un bueno carretero empuja al carro cuando sube y lo frena cuando desciende, y ambas acciones testimonian el mismo cuidado de la buena marcha del tiro. Lo mismo sucede con las izquierdas y las derechas. Allí donde el armazón social amenaza derrumbarse hacia la derecha, nosotros nos inclinamos hacia la izquierda para procurar restablecer el equilibrio; allí donde amenaza derrumbarse hacia la izquierda, nosotros nos inclinamos hacia la derecha. Y a los que nos acusen de relatividad y de oportunismo y nos reprochen no tomar netamente partido por tal o cual movimiento de derecha o de izquierda, le responderemos que hemos tomado partido desde un principio por el centro de gravedad del edificio.''

* * *

No añadiremos a estas líneas más que una última precisión. Todo el mundo está hoy día de acuerdo en denunciar el fracaso del capitalismo liberal. El anticapitalismo se ha convertido en lema común a la mayoria de los partidos, desde la extrema derecha, que se complace en recordar las palabras del Conde de Chambord sobre ``la fortuna anónima y vagabunda'', hasta la extrema izquierda, que estigmatiza estrepitosamente ``la dictadura de los trusts''. Evitemos, sin embargo, dejarnos hipnotizar por un objetivo puramente negativo. Hay un deber aún más importante que el de luchar contra el capitalismo: el deber de suscitar los organismos básicos, los cuadros y las élites capaces de reconstruir un mundo viable a través del hundimiento del capitalismo. ?`Podemos afirmar que tales elementos existen hoy en dia? En muchos casos, ?`no es la organización capitalista la última estructura social, artificial y malsana sin duda, pero más allá de la cual no queda más que un arenal de individuos sueltos? Y si esta estructura se rompiese súbitamente, ?`cómo evitaríamos, en primer lugar, el caos y en seguida la opresión totalitaria? De aquí la urgencia de establecer con toda rapidez los organismos profesionales y locales, las comunidades vivas que nos eviten pasar de la tirania del financeiro a la del burócrata, del reinado de la caja fuerte al de la circular. No basta demoler, es preciso también construir; o, más bien, es preciso demoler construyendo. Lo ideal sería que el capitalismo fuese, no destruído por una revolución que no dejase tras de sí más que ruinas, sino corregido y reemplazado gradualmente por el desarrollo de auténticas comunidades humanas. Debemos luchar contra el capitalismo de modo semejante a como la segunda dentición de los niños lucha contra la primeira: cada diente que cae es reemplazado por otro diente más sólido y mejor adaptado a las necesidades del ser humano.

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La degeneración de las tradiciones, de las costumbres y de los caracteres; la instabilidad familiar y profesional; la limitación de la natalidad; la lucha de clases y de partidos, y todos los otros males diagnosticados en este libro, hacen aparecer ante nuestros ojos con angustiosa evidencia la terrible pérdida de sustancia que afecta a nuestro país. Hay demasiados franceses que, absortos en la fórmulas políticas más abstractas, arbitrariamente revestidos de un poder mágico, discuten para decidir si la casa se pintará de blanco, de verde o de rojo; lo malo es que olvidan que los cimientos amenazan ruina. No se trata de enlucier, sino de reconstruir. Se trata de re-crear humildemente, pacientemente y empezando por la base, una estructura orgánica de la ciudad en que el hombre, íntimamente ligado a su tarea y a sus semejantes, pueda vivir y trabajar de acuerdo con las exigencias profundas de su naturaleza, y donde el mínimum de violencia legal inherente a toda sociedad sea la defensa y no la tumba de la liberdad. Tal objetivo deberia bastar a unir los esfuerzos de todos los hombres de buen sentido y de buena voluntad. Por nuestra parte, jamás hemos tenido otra ambición que aclarar un poco el camino que lleva a este fin.

Aroue, 24 de noviembre de 1944.