segunda-feira, 10 de maio de 2010

Marxismo y freudismo

Marx y Freud son hermanos: sus dos sistemas proceden, como le ha visto muy bien Rudolf Allers, de la misma "mirada desde abajo". El elemento inferior (las "masas para el primeiro; los instintos para el segundo) lo es todo. Y la forma (el alma en el individuo; los quadros tradicionales y las clases dirigentes en la sociedad) no es más que un parásito disfrazado. Todo el mal viene de la mentira que representan los valores llamados superiores. Conclusión práctica: lo inferior debe barrer a lo pseudosuperior e instalarse en su lugar: desenfreno de los instintos, dictadura del proletariado. La salvación consiste en liberar lo que está abajo del vampirismo de lo que pretende estar arriba. Cuando el inferior quede entregado a sí mismo, todo será perfecto.

En esta especie de jacquería intelectual, hay una reacción muy lógica contra un exceso milenario. Abusivamente, la humanidad pasada había buscado la salud en el culto exclusivo del elemento superior; si se trataba del hombre, sólo se atendía al espíritu; si de la nación, sólo al príncipe o a los grandes: los sentidos y el pueblo venían detrás siempre y, si llegaba el caso, se estrellaban.

Piénsese en la importancia concedida a los sentidos y a los instintos en los viejos sistemas de educación, y a las masas obreras en la economia liberal. En moral, como en política, la mentalidad del pasado se caracterizó por una ignorancia y una brutalidad a veces monstruosas en relación con los fuerzas elementales. El presente ha reaccionado, más monstruosamente todavía---ségun la trágica ley que hace alternar los execesos contrarios1---, con el sueño de la emancipación absoluta del elemento inferior. No insistamos sobre los resultados de esta revolución. Un órgano maltratado puede reaccionar con un cáncer, pero él será la primeira víctima de su rebelión: el cáncer le devorará, ante todo, a él.

El marxismo y el freudismo tienen el mérito de haber planteado, en toda sua fuerza y su dolorosa agudeza, el problema de "las cosas inferiores". También aquí una doble tarea se impone a los espíritos atentos a la verdad total del hombre. Hay que proteger a estas realidades inferiores a la vez contra la tiranía de las cosas elevadas, que quieren reducirlas a la nada, y contra su propria rebelión, que quiere igualarlas al todo.

La salvación, en efecto, no viene de abajo: la "liberación" marxista o freudiana se resuelve en anarquía y en podredumbre. Pero tampoco hay que buscarla solamente en lo alto: un psicópata, por ejemplo, no se curará con sólo cultivar su espíritu y su voluntad, ni una sociedad enferma por la sola reforma de su aristocracia. La salvación viene de la superioridad, pero de una superioridad que en lugar de aislarse en sí misma se incline con inteligencia y con amor sobre lo que está por debajo de ella; reside en el reconocimiento completo, en la perfecta adopción de lo inferior por lo superior. Así, el psicópata curará por su espíritu, pero por su espíritu adaptado a las necesidades y a las miserias de su sensibilidade. La nación enferma curará por su aristocracia, pero por su aristocracia inclinada hacia las masas, adaptada a las necesidades del pueblo. Purgados de su veneno revolucionario, el marxismo y el freudismo aparecen como señales de alarma destinadas a recordarnos que la realidad inferior existe, que tiene su proprio orden y sus propias necesidades, y que no puede dominársela más que respetándola.

1- Lo que más interesa al hombre enemigo de su unidade---de su Dios---no es el ser en cuyo provecho se rompe el equilibrio, sino la ruptura misma del equilibrio; no el ídolo, sino la idolatría. En todo aquello que amamos desordenadamente, lo que amamos sobre todo es el desorden.

Fonte: "Diagnosticos de fisiologia social"- Madrid: Nacional, 1958