En cuanto el hombre sabe que peca, hay algo en él que se queda enganchado a la verdad de Dios, y Dios puede cogerlo por ese desgarrón para llevarlo al cielo.
La conciencia del mal es la oportunidad, el germen del cielo en el alma culpable.
La conciencia del mal es la oportunidad, el germen del cielo en el alma culpable.
Extraído de "Para que Él reine" de Jean Ousset - Speiro, 1972