quinta-feira, 10 de novembro de 2011

Reflexión

¿es Dios para nosotros una promesa auténtica y real de vida eterna o bien una ilusión imaginaria contra los males de la vida y contra la muerte que le pone fin?

Si la ciencia suprimiera la muerte, ¿que harían los “creyentes”? ¿Aprovechar un descubrimiento que los privaría para siempre de la visión de Dios, o bien precipitarse en lo desconocido para reunirse con Él?

Si optan por la primera opción, esos “creyentes” confiesan que su anhelo más profundo está en el tiempo y que su “fe en Dios” no es más que una droga para soportar el viaje hacia el paraíso terrenal. Y ese dios se parece mucho al “opio del pueblo” de Marx. Pero si, colmados con todos los bienes terrenos, aún así dicen con San Pablo: “deseo partir y estar con Cristo” (Fil 1, 23), si desean ver a Dios desde el fondo de su ser, frente a frente, entonces estarían demostrando ser verdaderos discípulos de Aquél cuyo reino no es de este mundo.

Parece que lo que empuja a tantos hombres hacia Dios no es la libertad del amor, sino la servidumbre de la muerte; es la brevedad y no la imperfección de la vida terrestre. Muchos rechazan la idea de Dios como un fantasma que envenena la vida y, cuando esa vida se les escapa, se tragan ese vene- no como un remedio. ¿Es el miedo a la muerte el que nos hace gritar hacia Dios o es el llamado de Dios el que nos hace aceptar y desear la muerte? ¿Y si tuviésemos la capacidad de elegir entre la inmortalidad que pretende ofrecer la tecnología y la eternidad, de qué lado se inclinarían nuestros votos?

Fonte: "Seréis como dioses" - Editorial Folia Universitaria - México